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domingo, 23 de octubre de 2016

Médico y farmacéutico ¿Enemigos íntimos?

Contrariamente a lo que la lógica podría indicar, la relación entre médicos y farmacéuticos no ha sido en las últimas décadas todo lo fluida y cordial que debería haber sido. Todos sabemos que existen rencillas entre colectivos pues es inherente a la especie humana, pero ¿qué explicación le damos a esta situación? ¿Qué nos ha conducido hasta este punto de desconfianza y descrédito mutuos? 
Bajo mi punto de vista, muchos han sido los factores que han influido en la construcción de desavenencias. Desde la supuesta superioridad académica de los médicos hasta la desconsideración de determinadas oficinas de farmacia respecto a los tratamientos indicados por algunos facultativos, sin olvidar la legendaria mala caligrafía de los galenos y que tanto irrita a los farmacéuticos (no sin razón). La falta, en general, de un sistema de información común ha contribuido en dificultar la comunicación obligando al ciudadano a ejercer de mensajero entre médico y farmacéutico. Otro hecho determinante que ha ayudado a distanciar a estos colectivos ha sido sin duda la mala salud de la economía en general y de la sanitaria en particular. En este sentido, los recortes de la administración y el retraso en los pagos han llevado a numerosas oficinas de farmacia a una situación agónica que ha devenido irreversible en algunos casos. Ante este extremo, muchas farmacias se han visto obligadas a buscar fuentes de ingresos alternativas a la fuente pública, fuentes tales como la homeopatía y otras terapias alternativas de dudosa o nula evidencia , ante la indignación de una gran parte del colectivo médico, inflexible ante estas medidas pseudocientíficas.


Todo ello nos ha hecho perder de vista un hecho fundamental como es que ambos, médico y farmacéutico, son dos agentes de salud fundamentales para el bienestar sanitario de la sociedad.Y, lo que me parece más grave de todo, es que esta falta de comunicación y empatía ha podido (y puede) generar graves consecuencias para la salud del paciente. Desde errores de medicación hasta una mala adherencia terapéutica son hechos que pueden llegar a romper uno de los principios básicos de la medicina como es el "primum non noscere". Todo ello, asociado a la pérdida de tiempo que este desaguisado genera a las tres partes (médico, farmacéutico y paciente), lleva a una situación de desconcierto general donde cada uno trata de hacer la "guerra" por su cuenta.
Llegados ha este punto, estamos obligados a reflexionar, a derribar los muros que nos separan y trazar una estrategia común, una vía de trabajo colaborativo que mejore la calidad del proceso asistencial. Los médicos debemos dejar de ver  a la oficina de farmacia como una simple "tienda de medicamentos" y empezar a considerarla un eslabón más del proceso, sobretodo para aquellos pacientes más frágiles como son niños y ancianos o pacientes con patologías complejas de difícil control. Existen encomiables y brillantes iniciativas colaborativas al respecto (#farmapedia1 es una de las más activas y más recientes) aunque creo que ,además, deberíamos crear una línea estratégica que potenciase ante la ciudadanía la imagen del médico y la farmacia como un binomio indisoluble, un agente de salud común. Las nuevas tecnologías ( smartphones, teleasistencia, app's, wereables...) y las redes sociales deben ser elementos clave para tal fin.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Liderazgo afectivo: la gestión sanitaria también son sentimientos y emociones

Siempre he sido un ferviente defensor, a la par que admirador, de la vertiente afectiva de la gestión empresarial en general y sanitaria en particular.
Sea cual fuere el lado del campo donde me encontrara (dirigido o dirigiendo), el rédito que me ha supuesto la parte emocional y afectiva durante mi vida profesional iguala, si no supera, aquél proporcionado por los cursos, posgrados y másters que he tenido la oportunidad de poder cursar.
Por otra parte,durante mi trayectoria como médico y gestor sanitario, me he hartado de trabajar con excelentes técnicos que han visto como sus imbatibles conocimientos se malograban a consecuencia de una escasa inteligencia emocional y una actitud nada acorde con su formación académica.


Durante mi época formativa, tuve la suerte de conocer (yo como alumno, él como profesor) al Dr Albert Jovell médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, doctor en Salud Pública por la Universidad de Harvard, presidente del Foro Español de Pacientes y director del Instituto Global de Salud Pública y Política Sanitaria de la Universitat Internacional de Catalunya (@IAJovell). Su bagaje académico y su experiencia vital (paciente enfermo de cáncer desde antes de cumplir los 40 años) le conferían una paz y una serenidad a la hora de transmitir sus conocimientos que contagiaban hasta la última alma de cualquier auditorio. Desgraciadamente, hace ya cerca de 3 años, la terrible enfermedad con la que convivía desde el año 2001, acabó con la vida de Albert. Fue entonces cuando vino  mi memoria su magnífico libro "Liderazgo afectivo. All you need is love" y que había leído unos años atrás. Hace algunas fechas, se produjo en mi hospital un serio conflicto entre profesionales. La actitud positiva y conciliadora de las partes hizo que el componente afectivo y emocional consiguieran desencallar una situación de difícil solución si nos hubiéramos atenido a criterios estrictamente técnicos. Este hecho hizo que ,definitivamente, desempolvara el libro de marras y lo releyera con fruición. Os dejo algunos de los "tips" que, en mi caso, representaron un antes y un después en la forma de entender las relaciones profesionales. Ah, y aunque quizás un poco tarde, sirva este post como homenaje a Albert.
  1. La empresa es una organización social: emocional y racional
  2. Tal y como tú estimas, serás estimado
  3. Saber gestionar expectativas y generar confianza son las competencias esenciales de un líder afectivo
  4. La confianza mutua y en uno mismo es la base del liderazgo afectivo
  5. Es un error pensar que los seres humanos sólo hacen su trabajo bien si están motivados por el dinero
  6. El liderazo afectivo se basa en el manejo inteligente y consciente de las emociones
  7. El malestar emocional se contagia
  8. Predicar con el ejemplo y transformar los dichos en hechos son los valores esenciales del liderazgo afectivo
  9. La integridad del líder identifica los valores étcos de la organización
  10. El riesgo de los líderes carismáticos es que acaban enamorados de sí mismos
  11. La honestidad se cobra en confianza
  12. La confianza es una inversión segura a largo plazo

lunes, 4 de abril de 2016

Silencio,se cura

El próximo día 27 de abril se celebra el día mundial sin ruido. A propósito del mismo, la iniciativa #FFPaciente (@ffpaciente en twitter) ha puesto en marcha una campaña destinada a minimizar el impacto acústico que la actividad cotidiana de los hospitales tiene sobre el confort y el bienestar de los pacientes. Esta loable iniciativa, a la cual mi hospital tiene previsto adherirse,me hizo reflexionar sobre la organización de las tareas hospitalarias en general  y sobre como influye esta en el proceso asistencial de los pacientes ingresados. 
Es evidente que, si bien la organización de un hospital es algo sumamente complejo y la mejoría clínica del paciente el objetivo principal, no debemos olvidar que a pesar de que los tratamientos farmacológicos, las intervenciones quirúrgicas y las curas de enfermería son la clave para dicha mejoría, el confort y la tranquilidad del enfermo durante su estancia en el centro son elementos determinantes para una recuperación completa y de calidad.



Si bien nos llenamos la boca acerca de que el paciente es el centro del sistema, los hechos demuestran que los hospitales no funcionan precisamente bajo esta premisa. Términos como eficiencia, gestión de camas o cambios de turno pasan ,en el mejor de los casos, por encima del verdadero protagonista, el paciente, quien se ve sometido a los efectos colaterales de nuestras prioridades organizativas y gestoras. ¿O acaso nos hemos parado a pensar si es realmente beneficioso para el paciente comer a las 12 del mediodía? ¿Y  cenar a las 7 de la tarde? ¿Nos parece lógico pasar visita antes de las 8 de la mañana o  pasadas las 10 de la noche? Creo que la respuesta a estas preguntas es obvia: no, salvo que exista una indicación médica para ello claro está. Cabe añadir que, además, horarios de atención intempestivos se conjugan con horarios de visita de familiares restrictivos y con explicaciones demasiado técnicas a acompañantes que suman incertidumbre a su ya de por si dilatada angustia.
Quizás ha llegado el momento de enfocar de una forma distinta el proceso asistencial hospitalario. El momento de poner de verdad, con herramientas y recursos, los servicios a disposición del paciente, la auténtica razón de ser del sistema. El momento de preguntarle a la enferma a qué hora estará disponible su esposo para poder darle información, el momento de hacerle saber que la dieta hospitalaria no tiene porqué ser insípida y el momento de ser flexibles en los horarios de visita en las unidades de cuidados intensivos. El momento de ser cuidadosos a la hora de hablar con los compañeros por los pasillos, de silenciar o apagar nuestros teléfonos móviles y de dejar de manejar camillas vacías como si de autos de choque se trataran.
Sí, lo sé, no se trata de una empresa fácil si no más bien lo contrario, se trata de un reto mayúsculo sobre el cual debe construirse un modelo asistencial de organización hospitalaria capaz de conjugar las necesidades del paciente con los más académicos cánones de la gestión clínica.

Algunos artículos de interés:

Impacto del ruido en los hospitales

Horarios de visita flexibles en UCI

Las expectativas de los pacientes


domingo, 13 de marzo de 2016

¿Sanidad pública o sanidad privada? !Las dos¡

Es sábado por la mañana y me encuentro en uno de los pocos momentos de tranquilidad de la semana. De hecho,de cualquiera de las últimas semanas en general. Mis hijos están también a sus cosas (milagro) y aprovecho para revisar el timeline de mi cuenta de twitter (@fkacha). Observo que el gran @jmlloreda ha vuelto a perpetrar uno de sus legendarios e incisivos posts y lo leo con fruición. Esta vez, arremete contra la obsesión de la sociedad por la inmediatez de las cosas, una obsesión que no escapa al sector de la sanidad tanto desde la óptica del paciente como la del médico. La verdad es que no puedo estar más de acuerdo con él: la inmediatez ha desvirtuado nuestra profesión, que se ha convertido en una especie de supermercado deshumanizado donde solicitamos (y nos solicitan,cuando no exigen) análisis y escàners antes de hacer algo tan ancestral como escuchar, pensar, conversar y aplicar nuestros conocimientos. Una profesión donde,en definitiva, mandan los protocolos antes que el sentido común. Sin embargo, la pretensión de este post no es abundar en esta circunstancia, pues para ello ya están colegas como José María que lo explican como los ángeles. 
Lo cierto es que el post en cuestión hace una breve referencia a la sanidad privada, sector en el cual desarrollo mi actividad asistencial y gestora desde hace bastantes años. Como en la mayoría de los escritos elaborados por profesionales del sector público, la parte privada de la medicina no sale especialmente bien parada, aunque sea de refilón, como sucede en esta ocasión.
Históricamente, siempre ha habido un cierto enfrentamiento entre la sanidad pública y la sanidad privada, más desde la óptica de la primera que desde la segunda. Un enfrentamiento que se ha visto minimizado o se ha recrudecido según oscilaba la economía en general y el color político del momento en particular 

He trabajado en el sector público, donde me he formado, y he conocido profesionales excepcionales que me han enseñado todo lo que sé en pediatría. He trabajado en centros de salud donde también he mirado con ojos inquisidores a aquellos pacientes que venían en busca de recetas financiadas para tratamientos pautados por sus pediatras "privados". 
Sin embargo,como he comentado al principio, hace ya bastantes años que ejerzo de pediatra en el sector privado y puedo garantizar que mi manera de trabajar no se ha modificado un ápice respecto a lo que hacía cuando ejercía en "la pública". Si he tenido que saltarme un protocolo porque el paciente y el caso lo requerían, me lo he saltado, y en ninguno de los casos, he prescrito de forma voluntaria pruebas o tratamientos innecesarios con el objetivo de generar volumen de negocio para la empresa.
Lo cierto es que, entre unos y otros,quizás hemos perdido de vista el verdadero objetivo del sector sanitario , que no es otro que proporcionar el máximo grado de bienestar y salud de nuestros pacientes, de la población en general, para acabar entrando en una guerra cuyo argumento principal se sustenta en el ánimo de lucro de la parte privada.
Desde mi punto de vista,lo más sensato sería percibir a la sanidad privada como un aliado , como un elemento capaz de complementar aquello que la excepcional red pública no puede garantizar por la limitación de recursos a los cuales se ha visto y se ve sometida. Porque carece de sentido construir nuevas instalaciones o comprar nuevos y caros equipamientos cuando a pocos cientos de metros existen centros con capacidad de aplicar los mismos tratamientos o pruebas diagnósticas con idéntica fiabilidad y precisión.Porque parece absurdo desconcertar prestaciones  a hospitales cuando en pocos años, incluso meses,nos veremos incapaces de dar resuesta a las necesidades de los ciudadanos y las listas de espera volverán a crecer y crecer. Y será entonces cuando deberemos, una vez más, cambiar el modelo para dar respuesta a las necesidades de la población y ello volverá ser un elemento de lucha política e ideológica sin cuartel.
Las instituciones deberían trabajar para hallar un modelo que permitiera encajar estas dos piezas, complementarias, un modelo sometido a un estricto control sobre la praxis médica y el uso adecuado de recursos que ayudaría asegurar la sostenibilidad del sistema
Mientras la sanidad privada sea percibida como el enemigo y no seamos capaces de aunar esfuerzos y recursos, no podremos ofrecer a los ciudadanos una atención global de su salud, unos ciudadanos que, una vez más, se verán sometidos a los vaivenes de decisiones más ideológicas que pragmáticas.

Algunos datos

Según el informe 2015 del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (@idisalud), el sector privado aporta el 53% de los hospitales del estado y el 33% del total de camas hospitalarias.
El ahorro generado por el aseguramiento privado suspuso en el año 2015 una liberación de recursos de la sanidad pública superior a los 12.000 millones de €.