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lunes, 4 de abril de 2016

Silencio,se cura

El próximo día 27 de abril se celebra el día mundial sin ruido. A propósito del mismo, la iniciativa #FFPaciente (@ffpaciente en twitter) ha puesto en marcha una campaña destinada a minimizar el impacto acústico que la actividad cotidiana de los hospitales tiene sobre el confort y el bienestar de los pacientes. Esta loable iniciativa, a la cual mi hospital tiene previsto adherirse,me hizo reflexionar sobre la organización de las tareas hospitalarias en general  y sobre como influye esta en el proceso asistencial de los pacientes ingresados. 
Es evidente que, si bien la organización de un hospital es algo sumamente complejo y la mejoría clínica del paciente el objetivo principal, no debemos olvidar que a pesar de que los tratamientos farmacológicos, las intervenciones quirúrgicas y las curas de enfermería son la clave para dicha mejoría, el confort y la tranquilidad del enfermo durante su estancia en el centro son elementos determinantes para una recuperación completa y de calidad.



Si bien nos llenamos la boca acerca de que el paciente es el centro del sistema, los hechos demuestran que los hospitales no funcionan precisamente bajo esta premisa. Términos como eficiencia, gestión de camas o cambios de turno pasan ,en el mejor de los casos, por encima del verdadero protagonista, el paciente, quien se ve sometido a los efectos colaterales de nuestras prioridades organizativas y gestoras. ¿O acaso nos hemos parado a pensar si es realmente beneficioso para el paciente comer a las 12 del mediodía? ¿Y  cenar a las 7 de la tarde? ¿Nos parece lógico pasar visita antes de las 8 de la mañana o  pasadas las 10 de la noche? Creo que la respuesta a estas preguntas es obvia: no, salvo que exista una indicación médica para ello claro está. Cabe añadir que, además, horarios de atención intempestivos se conjugan con horarios de visita de familiares restrictivos y con explicaciones demasiado técnicas a acompañantes que suman incertidumbre a su ya de por si dilatada angustia.
Quizás ha llegado el momento de enfocar de una forma distinta el proceso asistencial hospitalario. El momento de poner de verdad, con herramientas y recursos, los servicios a disposición del paciente, la auténtica razón de ser del sistema. El momento de preguntarle a la enferma a qué hora estará disponible su esposo para poder darle información, el momento de hacerle saber que la dieta hospitalaria no tiene porqué ser insípida y el momento de ser flexibles en los horarios de visita en las unidades de cuidados intensivos. El momento de ser cuidadosos a la hora de hablar con los compañeros por los pasillos, de silenciar o apagar nuestros teléfonos móviles y de dejar de manejar camillas vacías como si de autos de choque se trataran.
Sí, lo sé, no se trata de una empresa fácil si no más bien lo contrario, se trata de un reto mayúsculo sobre el cual debe construirse un modelo asistencial de organización hospitalaria capaz de conjugar las necesidades del paciente con los más académicos cánones de la gestión clínica.

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