Contrariamente a lo que la lógica podría indicar, la relación entre médicos y farmacéuticos no ha sido en las últimas décadas todo lo fluida y cordial que debería haber sido. Todos sabemos que existen rencillas entre colectivos pues es inherente a la especie humana, pero ¿qué explicación le damos a esta situación? ¿Qué nos ha conducido hasta este punto de desconfianza y descrédito mutuos?
Bajo mi punto de vista, muchos han sido los factores que han influido en la construcción de desavenencias. Desde la supuesta superioridad académica de los médicos hasta la desconsideración de determinadas oficinas de farmacia respecto a los tratamientos indicados por algunos facultativos, sin olvidar la legendaria mala caligrafía de los galenos y que tanto irrita a los farmacéuticos (no sin razón). La falta, en general, de un sistema de información común ha contribuido en dificultar la comunicación obligando al ciudadano a ejercer de mensajero entre médico y farmacéutico. Otro hecho determinante que ha ayudado a distanciar a estos colectivos ha sido sin duda la mala salud de la economía en general y de la sanitaria en particular. En este sentido, los recortes de la administración y el retraso en los pagos han llevado a numerosas oficinas de farmacia a una situación agónica que ha devenido irreversible en algunos casos. Ante este extremo, muchas farmacias se han visto obligadas a buscar fuentes de ingresos alternativas a la fuente pública, fuentes tales como la homeopatía y otras terapias alternativas de dudosa o nula evidencia , ante la indignación de una gran parte del colectivo médico, inflexible ante estas medidas pseudocientíficas.
Todo ello nos ha hecho perder de vista un hecho fundamental como es que ambos, médico y farmacéutico, son dos agentes de salud fundamentales para el bienestar sanitario de la sociedad.Y, lo que me parece más grave de todo, es que esta falta de comunicación y empatía ha podido (y puede) generar graves consecuencias para la salud del paciente. Desde errores de medicación hasta una mala adherencia terapéutica son hechos que pueden llegar a romper uno de los principios básicos de la medicina como es el "primum non noscere". Todo ello, asociado a la pérdida de tiempo que este desaguisado genera a las tres partes (médico, farmacéutico y paciente), lleva a una situación de desconcierto general donde cada uno trata de hacer la "guerra" por su cuenta.
Llegados ha este punto, estamos obligados a reflexionar, a derribar los muros que nos separan y trazar una estrategia común, una vía de trabajo colaborativo que mejore la calidad del proceso asistencial. Los médicos debemos dejar de ver a la oficina de farmacia como una simple "tienda de medicamentos" y empezar a considerarla un eslabón más del proceso, sobretodo para aquellos pacientes más frágiles como son niños y ancianos o pacientes con patologías complejas de difícil control. Existen encomiables y brillantes iniciativas colaborativas al respecto (#farmapedia1 es una de las más activas y más recientes) aunque creo que ,además, deberíamos crear una línea estratégica que potenciase ante la ciudadanía la imagen del médico y la farmacia como un binomio indisoluble, un agente de salud común. Las nuevas tecnologías ( smartphones, teleasistencia, app's, wereables...) y las redes sociales deben ser elementos clave para tal fin.